viernes, 18 de mayo de 2012

blackberry picking #89


a mi edad no se viaja sin biblioteca

   -Mi automóvil está abajo a su disposición. Usted puede dejar Madrid enseguida.
    Alvear, que acababa de arrellanarse en el sillón más próximo (...) alzó los ojos hacia Scali:
    -¿Para qué?
    -Jaime me ha pedido que pasara a buscarlo cuando volviera del Ministerio. Vuelvo a Alcalá de Henares.
    Alvear sonrió con una sonrisa más aventajada que su cuerpo:
    -A mi edad, no se viaja sin biblioteca.
    -¿Usted no se da cuenta, verdad, de que los moros estarán aquí tal vez mañana?
    -Sin duda. Pero ¿qué diablos quiere usted que le haga? Nos hemos conocido en circunstancias muy sorprendentes... Le agradezco la ayuda que usted me ofrece; agradézcale a Jaime, por favor, que se lo haya pedido. Pero dejar Madrid, ¿por qué?
    -Los fascistas saben que su hijo es un combatiente. ¿Se da usted cuenta de que hay gran peligro de que lo fusilen?
    Alvear sonrió con sus párpados carnosos y sus mejillas caídas, y señaló la botella con los lentes que tenía en la mano:
    -He comprado coñac.
(André Malraux, La esperanza, 1937)



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